LA IMPORTANCIA DEL AFECTO
El afecto es un factor muy importante en el desarrollo
de nuestros hijos, y tiene que ver con cuatro aspectos
fundamentales en la vida del niño:
• los cuidados maternales
• una gran responsabilidad por parte de los
padres
• el dar cariño, caricias, ternura, y
• el respeto a la individualidad del niño.
El afecto va a estimular muchísimo al niño. Cuando
nosotros acariciamos a nuestros hijos, cuando les
mostramos ese afecto, ese amor y ese cariño, esa
responsabilidad y esas caricias, esa atención que
ellos necesitan, el niño va a ser estimulado en el
aprendizaje.
Esto significa que el niño va a desarrollar en su
totalidad la inteligencia, gracias a esa sensación que
va a producir el afecto, esa sensación de seguridad,
de confianza que se le está otorgando a ese niño.
Cuando el niño recibe esa atención, ese afecto por
parte de sus padres, esas caricias, él se va a estimular
en el aprendizaje y en el desarrollo de su inteligencia.
Pero ocurre lo contrario cuando el niño no recibe un
afecto completo en su hogar; algunas conductas son
las siguientes:
El niño va a tener retraimiento; esto es, no se va a
estimular su aprendizaje intelectual.
El niño que no tiene un afecto se va a volver inseguro;
va a tener una inseguridad en la vida y qué lamentable
es en muchos niños y seres humanos, la inseguridad.
También una inestabilidad emocional, que incluso
puede provocar la muerte por enfermedades como
la depresión o el suicidio, que lamentablemente ha cobrado muchas víctimas en las últimas décadas.
TRÁGICAS CONSECUENCIAS DE LA AUSENCIA
DE AFECTO
Quisiera tocar el ejemplo de hace muchos años, de
un experimento que hizo un rey, y quiero mostrar este
ejemplo para que veamos la importancia del afecto en
los niños.
Estamos hablando del Rey Federico II, de Sicilia.
A él
se le ocurrió resguardar a dos recién nacidos en un total
aislamiento social y hacer con ellos un experimento.
Al respecto, dice Salimbene de Parma en su crónica,
que el Rey Federico deseaba saber qué clase de lengua
desarrollarían y qué manera de expresarse adoptarían
ese par de niños criados sin haber escuchado hablar a
nadie absolutamente.
¡Qué ocurrencia de este rey! Para hacer esa
investigación, escogió a unas nodrizas para que
criaran a los niños, los bañaran, les dieran de comer,
pero sin hablarles nunca.
Él quería saber si hablarían
el hebreo, la lengua más antigua, o el griego, el latín,
el árabe, o quizás la lengua sus padres biológicos.
Pero a este rey no le sirvió de nada, ¿por qué? Porque
estos niños murieron en una muerte repentina.
Esto nos ilustra cuán importante y necesario es el afecto
en los niños.
No les mostraron cariño a estos niños,
no les hablaron, nunca los abrazaron ni escucharon la
dulce voz de una madre. Ante esta carencia de afecto,
terminaron muriendo.
Pensemos en todos esos millones de niños que crecen
en el abandono, sin afecto, tendrán muchísimos
problemas emocionales, tendrán un retraimiento
general, en su forma de hablar, de sonreír, de
aprendizaje, y no desarrollarán su inteligencia al
máximo.
EL AFECTO EN LA PRIMER ETAPA DE VIDA
Es tan sencillo el afecto, son tan sencillas las caricias,
es tan sencillo dar amor a los pequeños, darles una
caricia en el cabello, darles un besito, mostrarles el
afecto, darles ese amor de padres.
Pero los papás el día de hoy están tan preocupados
y ocupados en otras cosas. Están preocupados por el
bien material, por el trabajo, por la relación social, por
un partido de fútbol o por las cuestiones políticas.
Algo muy importante que tenemos que entender
todos los padres es que nuestros hijos son valiosos, y
nosotros tenemos que aprender a amarlos.
Para comprender mejor cómo nosotros debemos amar
a nuestros hijos, es necesario describir el desarrollo
del niño durante los primeros años, y así veremos qué
sencillo es darles ese cariño.
En la primera etapa, luego que un niño nace, comienza
a observar, a escuchar y a comprender lo que hay a su
alrededor.
Pero ¿qué es lo que ellos saben? Realmente
muy poco, actúan más por instinto que por conducta
aprehendida.
Ellos están muy limitados; de acuerdo con la psicología
infantil, el niño recién nacido no tiene conciencia
incluso de su propia existencia, ni de la existencia de
un mundo externo. A esto se le conoce como estado
autista, indiferenciado o audialista.
Esto es, que el niño no alcanza a comprender en su
totalidad quiénes son las personas que están a su
alrededor, qué le rodea, qué es lo que está pasando,
no lo alcanza a comprender. Empieza él solamente a
ver, oír y a desarrollarse.
el niño al nacer consiste en desarrollar eso
precisamente, la conciencia de la existencia de un
mundo diferente y externo.
Consideremos que a lo largo de 9 meses, el bebé
estuvo en el vientre de su madre, en un ambiente
muy diferente al mundo externo. Él estaba dentro y se
sentía protegido, sentía el calor de la madre.
Pero cuando él nace y enfrenta este mundo, empieza
a conocer muchísimas cosas, y comienza a desarrollar
la conciencia de la existencia de ese mundo diferente
y externo.
Los bebés son capaces, desde los primeros días de
nacidos, de empezar a reconocer los rostros, las voces y el olor de las personas que les brindan esos cuidados
maternos. También son capaces de responder a dichos
estímulos con una emoción y con mucho gozo.
Cuando el niño nace, los primeros rostros que va a
empezar a ver son los de su mamá y su papá, de sus
hermanitos y de la gente que está a su alrededor. Eso
es muy importante para el bebé, porque esos rostros
se le van a quedar grabados en su pequeño cerebro.
Van a empezar a conocer esos rostros, las voces,
el olor de las personas y van a responder a dichos
estímulos con emoción y gozo.
Sin embargo, esto no signifi ca que ya son capaces
de saber que estas cosas existen verdaderamente.
Me refi ero a lo siguiente, y para esto voy a poner un
ejemplo: Si mi hijo está en la escuela y yo estoy en la
ofi cina trabajando, yo estoy conciente de que mi hijo
existe, aunque en ese momento no lo estoy viendo.
Eso es de lo que el niño no está conciente cuando es
recién nacido.
A esto, lo llama el psicólogo suizo Jean
Piaget, la noción de objeto permanente.
Aquí surge la inquietud. ¿Cómo construyen los niños
pequeños la noción del objeto permanente? Por la
relación mutua que empieza a existir entre madre e
hijo, lo que se le llama también, diálogo, que es el
ciclo de la secuencia acción-reacción-acción, dentro
del marco de las relaciones madre-hijo.
El niño empieza a tratar de comunicarse con las
personas que están a su alrededor de una manera
muy sencilla: llorando.
Como él no ha aprendido a
hablar, empieza a llorar.
Si el niño está sucio va a llorar porque quiere que su
mamá venga y lo limpie. Si tiene hambre va a llorar
porque quiere que la mamá venga y le dé de comer. Si
tiene un dolor en su cuerpo, va a llorar comunicando
que tiene una necesidad en su cuerpo, si el niño quiere
dormir va a llorar, si quiere los brazos de su madre va
a llorar.
Este es el diálogo del bebé, donde empieza a platicar
con su mamá, a comunicarse con ella, convirtiéndose
en una relación mutua. Un diálogo sin palabras que
constituye una estimulación muy fuerte en el niño a
través del afecto.
Esto sucederá durante los primeros 8 meses.
El bebé
está dispuesto a dejar que cualquier persona le brinde
estos cuidados, de aseo, que lo cambien, lo bañen, le
den una caricia, estén con él, etc.
Pero después de los 8 meses, más o menos, el bebé se
negará a separarse de su madre y aún se angustiará
si está en brazos de otra persona, porque el niño está
“enamorado”.
¿A qué me refi ero? El niño durante 8 o 9 meses ha
estado relacionándose con su mamá desde recién
nacido. En ese tiempo el niño se dejaba que cualquier
persona le brindara los cuidados. Pero en este caso
la que más le brinda los cuidados al bebé es la propia
mamá.
A lo largo de esos 9 meses ya se ha hecho un lazo
de cariño, de amor con su mamá, y el separarlos
después de esos 8 meses haría que el niño sufriera
una tremenda ansiedad, porque se ha acostumbrado
a ella, al cuidado, al amor, al cariño y ternura con que
le habla y lo trata su madre.
Cuando a una persona adulta se le separa de la persona
de la cual está enamorado le va a costar trabajo.
Eso mismo le pasa al niño cuando es separado de
aquella persona a quien ama, va a tener una tremenda
ansiedad, y eso es peligroso.
EL AFECTO EN EL PRIMER AÑO DE VIDA
En 1965, el doctor René Spits publicó su libro “El primer
año de la vida del niño”. Él relata cómo llega a descubrir
que la falta de cuidados maternos, la falta de ternura,
de relaciones interpersonales, de comunicación
humana, era la principal causa de mortandad entre los
niños criados en instituciones y no en un hogar, aun
cuando sus necesidades materiales fueran totalmente
satisfechas.
También nos describe
la profunda depresión que
sienten los niños al ser separados de sus madres, lo
cual es muy frecuente. Muchas veces el niño puede
estar en una guardería mientras la mamá va al trabajo,
pero puede empezar a caer en depresión, va a estar
sufriendo una tremenda ansiedad por la falta de su
madre y va a llorar mucho.
Cuando hay que hospitalizar a un niño, o cuando se cría
en una guardería puede ser que si reciba el alimento,
el sustento, pero si no recibe el amor y cariño que él
necesita, ocurre lo que Spits llamó
hospitalismo, ¡y
puede darse también en hogares!
Esto se observa en aquellas madres depresivas o que
sufren demasiada ocupación y no arrullan al bebé, no lo atienden o no pasan tiempo con él; en este caso, el
niño puede sufrir esta depresión en el hogar, a causa
de esas madres depresivas o descuidadas, que están
ocupadas en el quehacer u otras cosas y que no tienen
tiempo para abrazar y besar a los niños.
El tener niños implica muchas cosas.
También hay que
darles nuestro tiempo, aparte de todos los deberes
que tengamos.
Spits observó una
secuencia en el
desarrollo de la depresión
profunda. Cuando el
niño es abandonado por
su mamá, ya sea en una
guardería, abandonado
completamente sin el
afecto, o abandonado
en casa y no tiene el afecto, empiezan a surgir ciertas situaciones al bebé:
En el primer mes del abandono del niño, éste empieza
a llorar y a llorar, hace pucheros, empieza a buscar
contacto con la gente, pero como no lo tiene, eso va a
empezar a acrecentarse.
En el segundo mes del niño abandonado, el lloriqueo
empieza a ser más continuo y se empieza a tornar en
lamentos y aun en gemidos, empieza a perder peso y
a detenerse su desarrollo.
En el tercer mes, el niño ya empieza a rechazar el
contacto humano, se empieza a recostar sobre su
costado casi todo el tiempo, sufre insomnio, va a
tener una continua pérdida de peso y va a tener
una tendencia a contraer enfermedades infecciosas,
retardo motriz generalizado y rigidez facial. En este
punto es muy difícil ya salvar la vida del niño.
Esto puede ser provocado en 3 meses de abandono
en el niño. ¿Ve usted lo alarmante, lo preocupante, que
es el que un niño sea abandonado en esa etapa en la
cual él necesita el afecto completo de una mamá?
Spits nos enseña que sólo las madres amorosas
consiguen el prodigio de enseñar a amar a sus hijos
y nos advierte el efecto devastador que sobre la
personalidad del niño tiene la separación prolongada.
Nos enseña también que los niños que no sonríen no
están sanos.
Qué importante es demostrarle el afecto
a nuestros hijos desde esta temprana edad.
EL CONTACTO CON LA MADRE
También es importante mencionar que cuando la
madre da a luz es muy importante que inmediatamente
sea puesto a su hijo en contacto con ella, porque lo
primero que va a hacer el niño después de nacer, será
buscar el calor maternal, ese calor de quien le guardó
por 9 meses.
Cuando el niño nace y lo tienen aparte de su madre,
el niño llora pero póngalo usted cerca de su mamá
e inmediatamente sentirá su calor, y la mamá
inmediatamente va a empezar a hablarle bonito, va
a darle las primeras caricias, y el niño va a tener
ese sentido de seguridad, se va a sentir amado y va
a terminar domido en sus brazos pues sentirá paz,
protección. Por ello es tan importante el contacto inmediato
de madre e hijo para la producción de esos lazos
afectivos.
Los dos primeros años son muy importantes para
el desarrollo afectivo. Son años de formación de
personalidad y de carácter. Todo el amor y afecto que
le des en este tiempo, lo infl uenciará por el resto de
su vida.
Por ello como padres debemos tener una actitud
afectiva, para que nuestros hijos crezcan en una buena
atmósfera familiar, ya que la infancia feliz será una
vacuna contra las enfermedades mortales: depresión
y soledad.
Ve lo importante que es darles afecto a nuestros hijos,
esto va a afectarles para el resto de sus vidas, aun
cuando sean grandes.
Otra cosa que es importante y que no quiero dejar
pasar, es la importancia de arrullar a los bebés.
Muchas madres tienen la inquietud o la pregunta de
si es bueno arrullarlos o no y, hay quienes aun lo
consideran contraproducente.
Pero he aquí lo importante. El arrullo tiene un ritmo,
tiene movimiento, el bebé puede llegar a escuchar los
latidos del corazón de la persona adulta, el niño siente
la protección, la seguridad, y en el momento del arrullo
se va a dormir.
Los bebés eliminan tensión emocional,
se relajan y duermen profundamente.
Está demostrado que los bebés arrullados van a
crecer más sanos, con más peso y van a tener un buen desarrollo afectivo.
Arrulle a su bebé, disfrútelo sin miedo.
Tenemos que
aprender a disfrutar a nuestros bebés, a abrazarlos, a
arrullarlos, a quererlos.